Santiago de Compostela

Un sentimiento nos invadió al llegar a aquel místico lugar… Como peregrinos que han alcanzado su destino, Santiago de Compostela nos acogió con toda la comodidad y belleza del lugar. Un respiro después de una larga travesía de aproximación al Norte de España, desde los Países Vascos hasta un paso antes de llegar a la frontera portuguesa. Todo un recorrido por sus costas, pequeños puertos de mar y cabos agrestes, con un clima que resultó ser un regalo dada la temporada. Ese pequeño respiro, nos hizo reflexionar en torno al sentido del viaje que poco a poco habíamos ido construyendo, y de pronto caer en cuenta que habíamos realizado el Camino de Santiago, el tercer destino de los peregrinos cristianos después de Jerusalén y Roma. Aún sin ser religiosos, algo del orden agradecimiento nos convocó a realizar algunos de los rituales que en torno a Santiago se efectúan y liberar parte de la tensión acumulada de tantas emociones manifestadas a lo largo del viaje. La armoniosa unidad de estilos arquitectónicos, sus estrechas calles y recoletas plazas, nos permitieron a la vez reorientar el viaje en una dirección más contemplativa, invitándonos a recorrer los caminos con calma, hacer descansos de vez en vez, apreciar alguna calle, plaza o parque o simplemente deleitar nuestro paladar con alguna golosina o panqué propio de la localidad, en este caso, la tradicional y exquisita Tarta de Santiago con un rico café con leche al estilo español.